sábado, 6 de febrero de 2010

¿Por qué no funcionan las dictaduras comunistas?

Existes demasiadas razones por las cuales en las dictaduras hasta a las gallinas les da más trabajo poner el huevo. Y es que el poder en una misma persona siempre da más lata de la que acostumbra darnos un Estado con el poder bien repartido.
Cuando no hay leyes más que en el libro -que al fin que ahí están bien guardadas y no se salen-, y un país se rige por la mano omnipotente de un dictador, es común que exista una enorme desconfianza en la sociedad. De un lado a otro se escucha la pregunta ¿y que va a pasar? Todos quieren saber que
ocurrirá cuando muera, que pasara si lo hacen enojar, que medidas tomara para perpetrarse en el poder o que sobrara para comer cuando se vaya.
Porque a diferencia de las democracias, donde el cambio de todopoderoso se hace comúnmente en calma así sean rivales políticos el entrante y el saliente, en las dictaduras no se sabe cuando, ni como, ni cuantos muertos habrá de por medio. Es por eso que la sociedad vive con miedo, y éste no deja moverse a nadie libremente. Y esa es la razón por la cual el empresario no invierte, porque su empresa se le puede ir de las manos cuando al que manda se le antoje, y por eso no hay empleo ni, desde luego, producción, causa primera de la pobreza.
Y es que las leyes por malas que sean a veces sirven, porque ateniéndose a ellas una persona sabe, más o menos, que esperar, pero en las dictaduras es común que se lo saquen todo nuevo de la manga, siempre para modelar el régimen y apartarlo de la decadencia. La pena de muerte no tiene que existir en la constitución para que sea aplicada, y no siempre la recibe quien la merece sino quien no se quiere amoldar al régimen.
Por desgracia a los dictadores no les basta con apoderarse del Estado y hacer con las instituciones lo que se les viene en gana, sino que tienen la estúpida idea de intentar educar al pueblo para reivindicarlo. Creen que solo ellos saben como deben hacerse las cosas para que se acabe el hambre y la miseria y llegue una era de prosperidad envidiada en todo el mundo. Lo que irremediablemente si llega es una era de hambre y miseria que logra, en lugar de la envidia, la compasión de todo el mundo.
Lo dictadores no pueden soportar que existan personas, dentro del país del que se han adueñado, que puedan darles un dolor de cabeza. Es por eso que todo aquel que posee bienes tiene que perderlos por las malas lo antes posible, y lo siguiente es que el sector productivo pasa a ser parte del Estado, y ahí empiezan los problemas porque el Estado solo produce, y sobradamente, burócratas.

Una empresa privada que funciona a la perfección será la más mediocre del mundo una vez que sea del Estado. Eso desde luego nunca falla. Porque el empleado de una empresa publica sabe que no tiene necesariamente que trabajar para que le paguen, ya que las pérdidas de alguna parte serán compensadas y la empresa seguirá funcionando con dinero que no produce. Por el contrario, el empleado de una empresa privada sabe bien que el día que ésta no produzca no habrá de donde echar mano, así que quedara en la quiebra y él perderá su empleo. Algo tan lógico que todo mundo sabe, o sospecha por lo menos, no lo quieren entender los dictadores que son capaces de sufrir un paro cardiaco si no tienen la certeza de que lo controlan todo.
Y existes miles de razones más por las cuales una dictadura comunista es despreciable en cualquier parte del mundo, sin embargo no por eso dejan de existir. Lo mejor a lo que podemos aspirar es a una democracia donde podamos ver caras diferentes cada seis años, pero desde luego eso no es perfecto y no nos asegura el bienestar. Ése nos toca buscarlo a cada uno. Pero para encontrarlo es mejor que nuestro país no sea la propiedad privada de un despreciable dictador.

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