miércoles, 12 de mayo de 2010

Dos horas más de alcohol


Se veía venir y vino, a pesar de que en un principio parecía algo improbable, la Asamblea Legislativa del Distrito Federal dijo que siempre sí, que el horario para el cierre de antros pasa de las tres de la madrugada a las cinco. Dos horas más de cansancio y unas cuantas bebidas más, el resultado será catastrófico, sin duda.

Los legisladores le pusieron un poco de maquillaje a la atrocidad que hicieron, con las supuestas medidas que tienen que adoptar los dueños de antros para que puedan hacer uso del nuevo horario. Dicen, ellos, que un porcentaje bajísimo de antros podrá beneficiarse porque no cumplen con las medidas señaladas. Semejante estupidez es sólo una burla para los ciudadanos, porque pronto todos los antros, todos, estarán cerrando a las cinco de la mañana sin que a sus propietarios les preocupe en lo más mínimo que incumplen las leyes. Y, por otro lado, -suponiendo que ocurra un milagro y la policía sea menos corrupta-, si es un excelente negocio embriagar dos horas más que les costaría adaptarse con tal de obtener beneficios.

Las leyes muchas veces son el reflejo de lo podrida y corrupta que está la conciencia de quien las elabora y aprueba. Ésta beneficia únicamente a los dueños de los antros, que ya hacen buen negocio mientras las autoridades cierran los ojos, siempre y cuando no haya un muertito dentro, y perjudica a una buena parte de la sociedad, que, por las dimensiones del DF, serán una cantidad descomunal de personas.

Los que van a trabajar a las cinco y media de la mañana, los que vuelven a casa después de ganarse la vida en horario nocturno y los foráneos que van de viaje y se ven obligados a atravesar la ciudad para llegar a su destino. Y no nos olvidemos de los que tienen la mala suerte de vivir en una delegación donde las autoridades son unos animales corruptos que autorizan el funcionamiento de un antro al lado de viviendas. Los dueños de antros y los que trabajan en ellos tal vez sean un 1% en comparación con las personas que serán afectadas. Cuando las leyes benefician a una minoría por encima de una mayoría, es obvio que su origen es la corrupción y que causaran mucho daño.

Desgraciadamente para los legisladores capitalinos no era prioridad ver primero que se cumplan las que ya existen, y que se evite que un ciudadano sobrio que conduce con rumbo a su casa se atraviese en el camino de un borracho y le quite la vida. Eso ocurre desgraciadamente cada semana. Una buena cantidad de dinero hace que los policías pasen por sobrio a quien ya vomita las entrañas. Pero ahora ya no estarán estos inconcientes en las calles a las tres de la mañana, cuando la ciudad literalmente duerme, sino a las cinco, cuando los ciudadanos ya van a su trabajo.

Si alguien borracho quiere matarse conduciendo a alta velocidad, adelante, pero que se tire a un barranco donde los únicos perjudicados sean él y su auto. Por desgracia los alcohólicos que saldrán de los antros del DF, cuando el día empieza, no irán directo a un barranco sino contra personas inocentes que a esas horas se ven obligados a andar en la calle.

Yo no estoy en contra de la idea de algunos de beber alcohol toda la noche y morirse por la mañana porque les exploto el riñón, tampoco me fijo de los ridículos idiotas que ya no se pueden sostener y para colmo se sueltan a decir estupideces. Eso no es el problema, por lo menos no mío, pero cuando estas personas se convierten en potenciales homicidas el problema ya es de todos. Cierto que los legisladores no tienen la culpa del gusto por el alcohol de millones de personas, pero ellos están para defendernos con leyes bien pensadas de las personas peligrosas, criminales e idiotas, sino no sirven de nada. No hay que recordarles que el luto no es más llevadero ni el daño es menor cuando el homicidio fue imprudencial porque lo saben, pero la corrupción borra las memorias con gran facilidad.

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