Los políticos,
que ya parece que es requisito para serlo tener un cerebro muy pequeño, piensan
que la recaudación de impuestos es mayor cuando éstos son altos. Probablemente eso
sea cierto, pero dura poco y asfixia a la economía de cualquier país.
Cuando los
impuestos son muy altos, nadie quiere ser empresario y si un valiente quiere
serlo, probablemente el Estado lo hará quebrar. Por el contrario, si los
impuestos son bajos, cualquiera tendrá el valor para arriesgarse en la aventura
de ser patrón. Eso es algo, hasta cierto punto, muy lógico.
Si hay
una crisis y los políticos suben los impuestos, no están pensando en las
empresas, ni el los empleos, ni en los trabajadores, están pensando solamente
en cómo subsidiar sus exorbitantes gastos. Quieren conseguir el dinero, el que
consideran suyo y sí termina siendo suyo, de donde sea.
Cuando en un país haya políticos
que realmente quieran sacarlo de una crisis, se les podrá reconocer por este
signo: no subirán los impuestos, al contrario, los bajarán, así habrá más
empleos, y al ser muchos los empresarios, también subirán las contribuciones. Qué
formula tan sencilla, ¿verdad?, y sin embargo los políticos siguen empeñados en
ignorarla.
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