miércoles, 22 de agosto de 2012

¿El Estado es culpable del desempleo?


En muchos casos… sí, pero no por las razones que comúnmente se cuentan. No, no se trata de que el Estado cree cuantas empresas hagan falta para dar empleo a todo el mundo, hasta a los perezosos y los que nunca han querido aprender a hacer nada, y que así todos vivan felices para siempre, como si estuviéramos dentro de un cuento.

El gran problema lo causa el Estado al querer erigirse como protector de los trabajadores, de los que menos ganan, en un descarado intento de fomentar y dirigir  hacia determinado partido sus votos. El Estado crea leyes que, por ejemplo, obligan a los empleadores a pagar una fortuna a un obrero si lo despiden. ¿El argumento? Que el obrero no se vaya con las manos vacías, que tenga por algunos meses, si no encuentra otro trabajo, con qué dar de comer a sus hijos.

Lo malo es que tardará meses u años en encontrar otro trabajo por culpa del… Estado. Gracias a esas leyes protectoras de obreros no hay quien tenga el valor de ser patrón. Así de sencillo. La falta de empleo se debe a que el Estado exige mucho a los empleadores para con sus empleados. Y eso desencadena en una terrible crisis de desempleo.

Las medidas del Estado son malas para los que tienen trabajo y pésimas para los que no tienen. Si el que tiene es despedido, tardará mucho en hallar otro, gracias al miedo que el Estado transmite a los empresarios, y  el que no  tiene así seguirá porque los valientes que quieren ser empresarios son constantemente aterrorizados por esas leyes que el Estado crea con “buenas intenciones”.

Y hay cosas aún peores. Como los trucos que usan los empresarios para legalmente no pagar lo que realmente pagan a sus empleados, por miedo, sí, al Estado. Eso sólo ocasiona que cuando el empleado llegue a viejo y empiece a cobrar su pensión, ésta sea una miseria.

Lo bueno que tenemos al noble Estado, que se preocupa por los trabajadores. 

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