miércoles, 11 de septiembre de 2013

La reforma educativa es muy blanda

Suena ilógico para cualquier ciudadano mexicano que vive de su trabajo -de un trabajo verdadero- el desmadre que están haciendo los “maestros” por la promulgación de la reforma educativa. Cualquier persona con un mínimo de sensatez sabe que un trabajo hay que saber hacerlo y que quien ya estando en él lo hace mal puede perderlo. Así de simple, así es la vida, subsisten bien quienes se preparan y ponen empeño en ello.

Pero éstos quieren que el resto de los mexicanos los mantenga con sus impuestos, mientras ellos fingen que trabajan y gozan de privilegios que un trabajador del sector privado -que paga los impuestos de los que sale su salario- ni siquiera puede soñar.

Al ver el desmadre que están armando esos destructores que se llaman maestros y que no saben siquiera qué significa la palabra, cualquiera pensaría que la reforma educativa verdaderamente flagela sus derechos laborales. Pero la verdad es que es muy tenue. A los que ya tienen plaza ni siquiera les significa la amenaza de perder su empleo, sin importar cuán flojos sean. ¿De qué… se quejan?

Por otro lado, a los de nuevo ingreso será a quienes se les evalúe más seriamente y tendrán que mantener un nivel académico promedio para conservar su plaza. Lógico. Así es como funciona cualquier empresa privada. Sólo se tiene allí a los más aptos porque las cosas se deben de hacer bien. A los flojos y a los que se niegan a prepararse no se les puede mantener de a gratis. Pero eso quieren los maistros, que el pueblo los mantenga, y encima se dan el privilegio de destruir la infraestructura que es del pueblo e impedir que los ciudadanos que sí trabajan lleguen al lugar donde se ganan la vida. ¡Qué cínicos!

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