Suena ilógico para cualquier ciudadano mexicano que
vive de su trabajo -de un trabajo verdadero- el desmadre que están haciendo los
“maestros” por la promulgación de la reforma educativa. Cualquier persona con
un mínimo de sensatez sabe que un trabajo hay que saber hacerlo y que quien ya
estando en él lo hace mal puede perderlo. Así de simple, así es la vida,
subsisten bien quienes se preparan y ponen empeño en ello.
Pero éstos quieren que el resto de los mexicanos los
mantenga con sus impuestos, mientras ellos fingen que trabajan y gozan de
privilegios que un trabajador del sector privado -que paga los impuestos de los
que sale su salario- ni siquiera puede soñar.
Al ver el desmadre que están armando esos destructores
que se llaman maestros y que no saben siquiera qué significa la palabra,
cualquiera pensaría que la reforma educativa verdaderamente flagela sus
derechos laborales. Pero la verdad es que es muy tenue. A los que ya tienen
plaza ni siquiera les significa la amenaza de perder su empleo, sin importar cuán
flojos sean. ¿De qué… se quejan?
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