La televisora más importante de Latinoamérica pareciera
que va en caída libre. Ya desde hace unos años, perdió credibilidad con la
juventud estudiantil mexicana por culpa de ese amasiato que la une a un partido
político o a otro según se perfile un candidato ganador.
Son muchos los que en las redes sociales abogan para
que los mexicanos no vean sus contenidos y las estrellas de su programación son
muy odiadas por varios sectores de la población, sobre todo por las juventudes
izquierdistas y universitarias, que son legiones enteras.
Y recientemente las cosas han empeorado. La Selección Mexicana
de Fútbol parece que no irá al mundial, lo que hará a Televisa perder una
fortuna.
El último problema en surgir, que no el menor, es
que su conductora estrella, la culta, refinada y sumamente inteligente Laura
Bozzo, esa Oprah latina con un desmedido afán de protagonismo y que exhibe,
para cualquier persona con un mínimo de sensatez, una farsa tras otra, acaba de
golpear de forma contundente la poquísima credibilidad que tenía -entre los
sectores más desletrados de México- al ir a Guerrero con la capa de Superman
puesta y gastando dinero del erario público, más propiamente dicho del Estado
de México, al utilizar uno de sus helicópteros, el que según el gobernador
llevaba ayuda en especie y terminó llevando a Laura y a su novio.
El desliz de Laura, que ahora es acusada de armar un
circo con la desgracia de los guerrerenses, un circo como los que arma cada día
en sus repugnantes programas, tan grotescos y abominables como su personalidad -y
va por delante que no hablo de su rostro, ése es terreno de la naturaleza en el
que yo no me meto-, provocó que los mexicanos en masa clamen en las redes
sociales porque sea expulsada de México. Incluso no falta algún desequilibrado
que aboga por su muerte.
El problema, a fin de cuentas, no es de Laura, ella
encontrará, si logran correrla de aquí -Dios, ¡que así sea!- otra televisora en
otro país donde puede salir con su argentino y gritar “¡Que pase el desgraciado!”.
Pero Televisa sí tiene problemas. Los contenidos quizás
no siempre ciertos pero libres de censura y de amañamiento que ofrecen otras
fuentes, por ejemplo el Internet, van dejando a la poderosa televisora
relegada, despreciada, como un producto caduco que sólo consume quien no tiene
acceso a otra fuente de información y de entretenimiento.
Televisa pretende seguir siendo el poderoso medio que
otrora hacia la opinión pública. Pero eso ya va terminando. Sus “verdades” son desmentidas
y repudiadas en la red apenas salen al aire. Televisa ya casi no produce opinión
pública, produce y vende material degradado, que genera odios, críticas y
separatismo entre la sociedad. Una noticia ya prácticamente sólo hace falta que
la difunda Televisa para que a ojos de los mexicanos sea una mentira.
Y pareciera que pretenden, quienes mandan allí, salir
del hoyo por abajo. Eso de poner a Laura Bozzo, ese contaminado desde siempre
producto de entretenimiento destinado a los más ignorantes, a que le busque pleito
a una periodista sensata como Carmen Aristegui, es un recurso de lo más vulgar,
por decir lo menos.
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