Yo soy uno de esos muchos millones de mexicanos que le
suplicamos a Laura Bozzo que se largue cuanto antes de México. Pero también
deseo hacer un comentario de algo que expresan quienes piden lo mismo que yo y que no me ha
gustado, al contrario, me ha parecido una conducta indigna y que mancha el buen nombre del
pueblo mexicano.
He leído que muchos quieren correr a Laura
argumentando su calidad de extranjera, incluso, en ella se han escudado para
insultar a los peruanos, y creo que ellos no tienen la culpa de que esta señora
-porque eso de señorita ya hasta da risa- represente la más absoluta porquería
y la más elevada degradación mediática con propósitos lucrativos.
Creo que México es un país noble donde puede vivir
cualquier ciudadano extranjero, por los motivos que sean. México no es sólo
para los mexicanos, es para cualquier ciudadano libre y de bien que desee vivir
aquí. Territorio tenemos mucho, no vamos a vivir apretados por unos cuantos que
quieran pasar la vida disfrutando de las bellezas que nos heredaron nuestros
antepasados.
Pero Laura es caso especial. No protesto porque vivan
extranjeros en mi país, al contrario, si son buenas personas, celebro que así
sea. Mas esa señora no es buena persona, es, de los tantos monstruos que crea
la televisión, el único real. Es un ser invadido de egoísmo
y en extremo narcisista que sólo encuentra satisfacciones en sentir que hay
infelices que dependen de sus mezquinos designios.
Es indignante que este monstruo encuentre cabida entre
el público mexicano. Me resulta imposible comprender cómo sus farsas son
aceptadas, cómo la gente no se da cuenta de la asquerosidad que es esta señora -y
no hablo de su cara-. Pero si no me resigno, cuando menos me propongo
comprender que su audiencia es un sector de la sociedad con un acceso al
entretenimiento muy limitado y acotado por barreras culturales.
Porque la gente no ve a Laura por su famosa labor altruista,
ella vende entretenimiento, vende circos y que no venga a decir otra cosa. La
falsedad de sus casos salta a la vista hasta para un simio con los ojos
vendados, pero sus gritos, sus gesticulaciones y sus arranques la convierten en
un espectáculo similar al de ir a ver a un chimpancé rabioso al zoológico -y sigo
sin hacer referencia a su cara, que nadie se confunda-.
Eso es lo que ven los mexicanos, a un monstruo fuera
de su jaula que despotrica odio por doquier. Pero ese espectáculo es grotesco,
asqueroso, indigno de una sociedad noble como la mexicana. Por eso yo también quiero
que se vaya Laura Bozzo de mi país, pero no porque sea extranjera ni porque sea
peruana -mis respetos y afecto para los peruanos y demás extranjeros que viven
en México-, si no porque es Laura Bozzo. Sólo por eso.
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