lunes, 23 de diciembre de 2013

¿Qué tan comunista es el papa Francisco?

Muchos ya fruncían el ceño cuando Jorge Mario Bergoglio era sólo un cardenal. Usaba el transporte público, vivía en un modesto apartamento y cocinaba sus propios alimentos. Nada que ver con los príncipes de la Iglesia, que hacen gala de una ostentosidad propia de un rey. Cuando llegó a Papa, ese pasado suyo empezó a sugerir que el sucesor de Pedro no toleraba el capitalismo, el lujo y el ornato que dan el dinero, y entonces, eso quería decir que era comunista.

Con la publicación de  Evangelii Gaudium las dudas se despejaron. Los analistas políticos de todas partes dijeron casi a coro: el Papa es comunista, es un cura rojo, un Stalin en la silla de Pedro. Todo porque el Pontífice dijo que el capitalismo mata. Sólo por eso. Pero es que no mintió. Ni siquiera dijo una estupidez. El error de sus críticos, que se vieron muy idiotas, fue analizar las palabras del Papa como si las hubiera dicho un economista. Y es que no fue así, las dijo un pastor.

Que el comunismo es una doctrina abominable que hace a los pobres esclavos y les quita toda posibilidad de progresar ni quien lo dude. Lo sabe bien el propio Francisco, que es un hombre inteligente y vivió las dietas peronistas. Pero el hecho de que el comunismo sea lo que es, no hace enteramente bueno al capitalismo.

El capitalismo sí permite progresar, si deja que un pobre muy trabajador y muy inteligente se haga rico. Pero a los pobres que no son flojos, y que sí trabajan pero que no son muy listos, a veces los tienen toda la vida en la semi-miseria. El capitalismo es una buena opción para cualquier país, incluso para los que están culturalmente muy atrasados. Pero también hace estragos terribles, hace pobres, como lo dijo el Papa, aunque no por eso deja de ser la única opción viable.

Pero Francisco, como el pastor que es, no está obligado a promocionar el capitalismo. A alguien que ama por encima de todo la vida humana, que deplora el sufrimiento y el hambre, no lo van a satisfacer ni el capitalismo ni el comunismo ni una política de término medio. Pero no por haber dicho lo que dijo, se va a decretar que el Papa es comunista.

Hace poco leí que cuando aún era cardenal llegó a criticar duramente el abominable afán del Estado por controlarlo todo, por querer ser dueño incluso de los niños, por tratar de controlar y educar al hombre, y eso es algo abrumadoramente sensato y que discrepa con el estigma de comunista que le quieren colgar al Papa.

Si Francisco fuera comunista, no habría dicho eso. Un comunista adora al Estado. Es, más bien, un hombre nada ostentoso, que deplora el amor al lujo. Vivió siendo príncipe de la Iglesia como un hombre modesto. Y así es como debieran de ser todos los pastores. Cristo tampoco amó al lujo. Francisco no promueve ni el capitalismo ni el comunismo, pero como a fin de cuentas ambas doctrinas causan sufrimiento, las critica, desde su puesto de Papa, porque eso es lo que es él, un Papa, no un economista.

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