viernes, 3 de enero de 2014

La Estela de Luz mexicana en el Canal de Panamá

La misma receta que se le aplicó al pueblo mexicano hace no mucho, con la Estela de Luz, una obra presupuestada en 200 millones de pesos y que se multiplicó por siete, se la quiere aplicar ahora la constructora española Sacyr al gobierno panameño con una ampliación del famoso Canal.

La historia mexicana fue la de un fraude monumental bien planeado: se cotizó barato y, una vez empezaba la obra, salió a la luz el verdadero presupuesto. El gobierno calderonista no se podía echar para atrás. ¿Cómo detener, una vez iniciada, la obra conmemorativa del bicentenario de la independencia y el centenario del genocid… de la revolución?

Calderón, para que no le pasara lo que a la dictadura comunista norcoreana con el famoso Hotel Ryugyong e hiciera un ridículo monumental, autorizó un presupuesto exorbitante, algo así como 1.600 millones de pesos más de lo que se dijo en un principio (108 millones de dólares, para quienes no conozcan el peso mexicano). Y con tal de terminar la famosa Estela de Luz, probablemente ya tenían otros mil millones listos por si se rompía algún cable. El gobierno quería terminar la obra fuera como fuera, y lo menos tarde posible (se tardaron más de un año).

En Panamá, una ampliación del Canal fue cotizada por la constructora española Sacyr en 3.200 millones de dólares. La cosa es grande. Y lo raro es que se abarataron mil millones menos que el presupuesto más cercano. Como para fruncir el ceño. Pero finalmente como es lógico se le adjudicó la obra a quien cotizó más barato, amen de que Sacyr es una empresa de renombre.

Ahora resulta que no. Que hace falta aumentar el presupuesto en 50%. Como 1.600 millones de dólares son por mucho más que la fortuna de la gran mayoría de millonarios del mundo, los panameños pusieron el grito en las alturas.

Sacyr argumenta que es normal que una obra de tal envergadura tenga gastos imprevistos. Pero lo cierto es que quieren hacerla cumplir con el contrato a carta cabal. Primero porque los imprevistos deben de contemplarse precisamente antes de cotizar. Si una constructora aumenta, una vez iniciado un proyecto, el presupuesto en un porcentaje tal alto, da a entender que no analizó bien lo que estaba presupuestando o que sencillamente hay malos manejos.

Por lo general, en las obras sólo se admiten variaciones del 10%, sean de la magnitud que sean. Cuando se cotiza una, se supone que quien lo hace debe de saber lo que está haciendo.

Pero como las cosas ya se salieron de control y el pleito ya está avanzado, el Gobierno español se ha visto en la necesidad de intervenir para aplacar los ánimos. No obstante, los panameños quieren que se cumpla con el contrato acordado sin aflojar un dólar más. A ver en qué termina todo.

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