lunes, 17 de febrero de 2014

Tener casa en México sin pagar renta

México es el gran país de las oportunidades en la informalidad, el trinqueteo y las mañas. En México muchas personas tienen un hogar donde refugiarse del frío, la lluvia y la noche sin necesidad de desembolsar dinero. Se trata de una vieja práctica que al parecer está en camino de ser erradicada, aunque lo más probable es que todavía le quedan unos años más de vigencia.

Aquí las rentas son caras, aunque con sus respectivas variantes de acuerdo a la ciudad, la colonia y las condiciones del inmueble. Pero es un hecho que suelen ser más costosas que un crédito de Infonavit, aparte de que en éste el pago es bimestral y no mensual como suelen ser las rentas.

Muchas personas, que no son tontas y que saben que les será imposible pagar una deuda durante 30 años, sólo trabajan legalmente mientras acumulan los puntos necesarios para que Infonavit les conceda una vivienda. Después se van a la informalidad, que a fin de cuentas trabajo en este sector hay mucho y a veces bien pagado, y se olvidan de su deuda con el Instituto del Fondo Nacional de la Vivienda para los Trabajadores.

En un país donde el Estado funcione más o menos bien, probablemente si el deudor no negocia sus pagos en un mes o dos estaría sacando sus muebles de la casa para que ésta sea ocupada por un trabajador más serio y con mejores intenciones. Pero en México no ha sido así por bastante tiempo. Muchas personas han podido vivir diez años sin pagar un centavo de la vivienda que dejaron de pagar al poco tiempo de haber solicitado el crédito. Reciben notificaciones y se limitan a no hacer caso. No pasa nada.

Pero ése es el caso de quienes cuando menos hacen un desembolso inicial al quemar el dinero que por medio de sus patrones habían ahorrado. Otros ni eso. Algunas familias, al ver que ya les es imposible pagar la susodicha vivienda por que el padre o la madre se han quedado sin empleo, deciden simplemente irse. Pero ese inmueble no es ocupado de inmediato por las autoridades correspondientes para que sea arreglado y vendido nuevamente. Lo que ocurre muchas veces es que a la casa le echa el ojo alguien que va pasando, pregunta a los vecinos si alguien vive allí o cuánto tiempo lleva abandonada. Y al corroborar que no hay quien se inmute ni se empute, va por sus muebles y… ya tiene casa.

Muchos años después, cuando alguien en Infonavit se percata de que por concepto de esa vivienda hace mucho que nadie paga un centavo, se apersona en la puerta un abogado grosero y malencarado, acompañado de varios cargadores, que tras tocar y ver la puerta abierta, echan los muebles de esa familia a la calle sin contemplaciones. Lo que queda de esa vivienda es algo paupérrimo. Por principio de cuentas, el que sabía que no era suya seguro que no tenía el menor interés en darle mantenimiento porque era indudable que tarde muy tarde lo echarían.

A eso hay que añadirle que las viviendas de Infonavit están mal echas quizás por decreto presidencial. La mala calidad de la obra y el deterioro causado por el tiempo dejan unos agrietados montones de ladrillo mal acomodado que amenazan con irse al suelo. Se trata de una “casa” que alguien usó quizás por más de diez años sin pagar un peso por concepto de alquiler. Así es México.

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