México es un país donde las posibilidades de prosperar,
debido a los altos impuestos y las complicadas leyes laborales, son pocas. Más
aparte, realmente el nivel cultural de la población es demasiado reducido como
para que destaque un Steve Jobs cada semana. Quizás todos o casi todos los
mexicanos saben eso, por ello muchos mejor se lo dejan todo a la suerte y se
ilusionan con ganarse el Melate o a sus hermanos menores: Revancha y
Revanchita, juegos que almacenan las mayores bolsas acumulada en sorteos dentro
del país.
Ganarse el primer premio en uno de estos juegos no
requiere inteligencia, ni esfuerzo -solo el necesario para proveerse de 30
pesos-, es decir, es la forma ideal por la que muchos mexicanos añoran la
riqueza. Cierto que hay quienes creen que hay ciencia en ello, que los números
deben de ser estudiados en su comportamiento durante el historial de los
sorteos, entender ese comportamiento y después, una vez que se logra tenerlos
bien enganchados a todos, descifrar la combinación ganadora del próximo sorteo,
ganar la bolsa acumulada, que a veces anda hasta por los 200, 300 o 400 millones,
cobrar el premio, mudarse a París, comprarse un departamento de lujo, asistir a
lugares para gente VIP, codearse con celebridades y nunca, nunca jamás en la vida
volver a levantarse a las cinco de la mañana para ir a trabajar.
Lo anterior es falso. No hay formula para saber cuál
será la próxima combinación ganadora. Y creer en ella es una estupidez. Sencillamente
no tiene la más mínima lógica pensar que se puede descifrar tal cosa estudiando
los resultados semanales de los últimos años. ¿Por qué? Porque no hay un punto
de partida, no son caballos, ni equipos de fútbol, son esferas que se mueven
con la energía del aíre y que toman un rumbo indeterminado según el choque
entre ellas, la dirección de los remolinos, la velocidad y los segundos que dan
vueltas. Que muchas han salido muchas más veces que otras no tiene una razón matemáticamente
justificable. La esfera 1 no es Messi y la esfera 56 el Chicharito para poder
hacer una evaluación y predecir posibles resultados, todas son iguales, miden y pesan
lo mismo.
Insisto tanto en ello porque hay mañosos que hasta
libros venden para aprender a calcular el resultado de los sorteos. Si esos
libros fueran fiables, los autores no estarían vendiéndolos si no que estarían
en el Mediterráneo navegando en sus yates. ¿Qué los matemáticos sí son capaces
de descifrar la combinación ganadora? Falso, yo conozco a algunos que son
pobres y sospecho que millones de mexicanos conocen a otros. Además, viendo las
cosas con lógica, si alguien ya aprendió a descifrar las combinaciones
ganadoras, estaría ganando cada semana y ya habría dejado en la ruina al
gobierno. Así las cosas, no se crean que hay truco para ganar, y déjenlo todo a
la suerte. Es lo más sensato, aunque quizás no en México…
Dicen por ahí que los grandes premio son reservados…,
que como por seguridad no se revela quién gana, probablemente los últimos dos
han caído en el gabinete presidencial. Quizás, nunca se sabe.
Aunque hay varias cosas que refutan esa teoría de los
fraudes. Cierto que hace tiempo circuló mucho la noticia de un atraco
monumental, pero éste surgió en el seno interno de quienes hacen el sorteo por
medio de una maquina del tiempo a la mexicana. Pero volvamos a ver cuáles son
las cosas que refutan la posibilidad de los fraudes:
1-. La cantidad de números ha aumentado con los años,
lo que indica que el Estado realmente no quiere que se lo ganen, pero como esto
es posible, aleja las posibilidades matemáticas ampliando las posibilidades de
perder. Si hubiera un fraude concertado, ¿para qué aumentar la cantidad de números
si de todas formas nadie estaba destinado a ganar?
2-. Los famosos que acuden como padrinos. Sería difícil
mantener silenciados a tantos, alguno ya se habría ido de la boca es una
borrachera con sus amigos.
3-. El seguimiento que los jugadores pueden dar al sorteo
en su página de Internet gracias a las cámaras que filman todo. Parece un proceso confiable.
4-. Que las esferas tienen un chip que las controla y que de esa forma son seleccionadas las que entran en los tubos por una computadora podría ser... aunque me parece mucha tecnología para México. Además, siendo realistas, la presión y la fuerza del aire podría ocasionar "accidentes".
Pero en fin, en México todo lo truculento es posible y
tratándose de cantidades altas de dinero, más. Y a las sospechas de fraude se
juntan las escasísimas posibilidades de darle a la combinación ganadora -por suerte
y no por cálculos precisos, insisto-. Aunque aquí cabe hacer otra aclaración
que pueda levantar el ánimo de los desanimados. Veamos, los estudiosos del tema
dicen que al comprar un boleto se tienen 0.00003% de posibilidades de ganar
debido a la cantidad tan alta de posibles combinaciones. Desalentador. Sí, pero
se le puede ver de otra forma. Digamos que cuando una persona selecciona sus
seis números tiene 50 posibilidades de meter la pata. Este dato ya alienta más
que ese 0.00003%. O, viéndolo desde otro ángulo, cada que el jugador selecciona
un número tiene 9.33 posibilidades de equivocarse.
Resumiendo, que de todos modos las posibilidades de fallar
son muchas, pero, a quienes les digan que es mejor invertir los 30 pesos en
algo productivo, arguméntenles que esa cantidad no es mucho, creo que es más
cara una cajetilla de cigarros, y, si es verdad que el gobierno no mete mano
negra en los resultados, quien quita… quizás algún día, dentro de mucho o dentro muy, muy poco. Se vale soñar, si no se
valiera la cantidad de suicidios sería alarmantemente alta.
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